#retoecija nº26

La primera vez que monté en una avión me quedé maravillada. Desde el mismo despegue decidí que quería ser piloto. A casi todo el mundo le suele impresionar volar. A unos en lado positivo y a otros en el negativo, pero es muy raro encontrarse con alguien indiferente al vuelo. Yo estaba enamorada.

Desde ese momento intentaba convencer a mis padres de ir de vacaciones a cualquier sitio lejano, o al menos, a una isla. Las islas me aseguraban, aunque no estuviesen muy lejos, que iríamos en avión. Lo importante no era el sitio. Era el viaje en sí mismo. Despegar, ver como se hacen pequeñas las casas, viajar entre nubes y luego ver como bajamos poco a poco, como nos acercamos a la tierra de nuevo para ¡plas! tocar tierra. Es magnífico.

#26

Ahora, que ya soy piloto y que despego y aterrizo varias veces al día, sigo manteniendo la misma ilusión que la primera vez. A veces me pregunto cómo puede ser feliz tanta gente que no hace caso a sus instintos, a sus sentimientos. Cómo pueden vivir sin hacer algo que les gusta, que les llena, que disfrutan de principio a fin. Seguro que todo el mundo tiene alguna pasión, pero también hay que tener el coraje para vivir por y para ella. Yo lo tuve. Y soy feliz.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *