Ir al psicólogo

Hace unos días pudimos ver en televisión un programa en el que se hablaba de la depresión. Jordi Évole consiguió que un grupo, encerrado un fin de semana en una casa rural, se relajara y confiara para contar sus miedos, sus dudas, su agonía, su sentimiento de estar muriéndose…

Uno de cada cinco cuenta lo que no nos atrevemos a contar.  Porque uno cuenta con normalidad que ha ido al médico a hacerse una analítica, a que el endocrino le mande una dieta, a que el alergólogo te recete una vacuna o que el traumatólogo te trate esa rotura… Estás malo y vas al médico. Sin más. Es lo lógico, para eso están.
Pero no pasa lo mismo con la cabeza. Si uno tiene depresión, ansiedad, miedos o si simplemente se siente perdido la sociedad nos manda aguantar. Y si no eres capaz de salir adelante, de superarlo, la culpa es doblemente tuya, que no eres lo suficientemente fuerte. Enfermo y humillado.

Por eso programas como este o el valiente artículo de Iria Reguera Soy psicóloga y sufro ansiedad son tan importantes.

Hace unos meses pasé una de las etapas más complicadas de mi vida. Afortunadamente lo mío no era, ni de lejos, tan grave o tan importante como la depresión o la ansiedad. Pero aún así fui al psicólogo. Y me ayudó. Y bastante rápido. A veces pienso que fue tan rápido porque la psicóloga era muy buena, otras porque yo soy muy fuerte, otras porque en realidad no era para tanto… Quizá hubo un poco de todo.

Lo más importante que aprendí en aquellas sesiones es a no tragarme mis necesidades. A pedir, a reclamar, a no ceder… A veces, de forma involuntaria vamos dejando que se nos escapen ciertos espacios que, sean grandes o pequeños, son importantes para nosotros. Y esos hay que defenderlos, pelearlos. Y no sólo ante otros, también ante nosotros, ante nuestras excusas, nuestra pereza o justificarnos que no es para tanto.

Sin embargo, hasta hoy, apenas unas pocas personas saben que he ido. No hablo sólo de redes sociales. No lo saben muchos amigos ni lo saben mis padres. De alguna manera yo también lo oculté. Y eso se acabó. Hay que hablar de lo que nos pasa, hay que pedir ayuda a los profesionales cuando la necesitamos. No pasa nada, no somos superhéroes, no podemos con todo todo el rato.

Pd: Papá, mamá, la psicóloga me dijo que, cuando llegara este momento, el de contaros que había estado en terapia, os diera la enhorabuena de su parte. Y de la mía, hoy y siempre: GRACIAS.

2 comentarios

  1. Maribel Ferreres

    Hola, yo sí he tenido una crisis. Le denominan síndrome de duelo.
    No lo oculté y fue en 1999.
    Ha pasado hace mucho como ves, pero nunca he dejado de decir y comentar cuando ha salido a colación.
    Es una terapia como cuando por ejemplo tienes una dolencia.
    Un fuerte abrazo.

  2. Hola Maribel.
    Es importante no ocultarlo nunca, claro. Como bien dices, es una terapia como otras que podemos tener para cualquier otra dolencia.

    Un beso!

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