Volando a Toledo

Esta mañana he tenido la oportunidad de volar, gracias (mil gracias!!) a Javier, en un ultraligero. El vuelo en un aparato de estos no tiene absolutamente nada que ver con un avión comercial. Es algo así como la diferencia entre ir en tren y en patines.

La experiencia, sin duda, ha sido expectacular. El aire, las vistas, la misma sensación de volar… Y la paz. Supongo que afrontar la vida consiste en una cuestión de perspectivas. Y la perspectiva de estar, en el aire, en un aparato que parece de juguete, a 130 km/h y sin nada más que hacer que disfrutar del paisaje, disfrutar del vuelo, disfrutar, en definitiva… le ayuda a uno a pensar en todas esas pequeñas cosas (esas pequeñas cosas de aquí abajo) por las que nos peleamos todos los días y que tampoco son tan grandes.

Si algunos se dieran un paseo de estos de vez en cuando… qué bien iría el mundo.

3 comentarios

  1. Me alegro de haber sido en parte culpable de «tu aventura» desde luego desde arriba las sensaciones son distintas y cada cosa ocupa mas su justo lugar al darte cuenta de lo relativo que es todo, lastima que no siempre seamos capaces de como bien dices mantener la perspectiva al bajar

  2. Ha sido un auténtico placer. El viaje, la compañía, conocer un poquito el mundillo, los preparativos… todo.
    Muchas gracias.

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