La reforma de la Ley Electoral

Como este es un blog serio, voy a hablar de lo que le preocupa a todo el mundo ¿el paro? No, por favor… La reforma de la Ley Electoral (Y no Ley D´Hont como se repite una y otra vez)

Porque ese parece ser el mayor problema de nuestra democracia. No el hecho de que los ciudadanos no podamos decidir en más cosas, o pedir cuentas a un diputado en concreto, o generar mecanismos más ágiles y rápidos para llevar una ILP al Congreso. No sé, esas cosas que forman la democracia del día a día, que es, al menos a mí, la que más me importa.

Pero vamos a ello ¿cómo funciona nuestra ley electoral? Básicamente el procedimiento es el siguiente: según su población, cada provincia elige a una serie de diputados. Para evitar que las provincias más pequeñas no tuviesen representación, se puso un mínimo (actualmente en dos, pero podría ser uno) de diputados. Por aquí vienen luego esos comentarios de «un voto en Ávila vale más que uno en Madrid»… ¿tiene esto sentido? Bueno, en teoría, la cámara de representación territorial es el Senado, por lo que parece que no. Pero el Senado, en realidad, no tienen unas grandes competencias legislativas (por ser generoso), por lo que en la práctica sí lo tiene. ¿Tiene pues, sentido el Senado? Pues esa es la pregunta del millón. Sin grandes competencias propias y con un Estado de las Autonomías bastante descentralizado, la verdad, creo que no.

¿La ley favorece a los nacionalistas y perjudica a los pequeños? En realidad no. Por ejemplo, con circunscripción única, CiU pasaría de 16 a 15 y Amaiur de 7 a 5. Vemos que la sobrerrepresentación no es brutal. Los pequeños sí que ganarían más escaños, ya que todos sus votos se traducirían en votos útiles (perdón por la expresión).  Pero esto es un cuento a posteriori. Es decir, el problema de IU, UPyD, Equo… es que tienen el voto muy repartido. Su verdadero problema es no tener 3 millones de votos para sacar diputado en casi todas las provincias o esos 200.000 en una. Las campañas electorales están, también, para estas cosas. Pero la Ley no se hizo (como algún burro ha dicho) contra ellos. Es un efecto que tiene, sí, pero no hay «intención» en ello. Sí que tenía intención de que el Congreso no tuviese demasiados partidos políticos, de tal manera que fuera relativamente fácil llegar a acuerdos para gobernar. Hoy por hoy parece que eso ya lo hemos asumido y superado. Pero hay que ser consciente de que podría suponer que el gobierno tuviese que pactar con muchos partidos a la vez. Y el problema no es el debate, siempre sano, sino que, al final, las cosas han de poder llevarse a cabo.

¿Cuál sería mi modelo ideal? Yo apostaría por un Senado mucho más fuerte, que no cerrase nunca, y cuya elección de senadores se celebrase junto a las elecciones autonómicas (en parte, ya se hace, puesto que las Cámaras Autonómicas eligen senadores), con competencias territoriales claras y definidas. Y mientras, en el Congreso, una única circunscripción. ¡Ojo! Una cosa sin la otra no tiene sentido.

¿Qué haría yo? Ya que una reforma de este estilo implicaría un acuerdo entre los partidos que, hoy por hoy, parece imposible, yo propondría (no soy nada original, lo sé) ampliar el Congreso de los Diputados de 350 a 400 (lo permite la ley) y eso 50 diputados extras que vayan por circunscripción única. Eso corregiría bastante las desviaciones actuales.

Eso sí, mientras cambiamos esto, ¿qué tal si pensamos en la democracia como en algo más que esto?

2 comentarios

  1. Muy bien fundamentado, que aunque la «mayoría» de los vontantes no concedan la «mayoría» a el ganador, este tenga «mayoria» absoluta.

    Despues establecemos lo que es importante.

    Eu

  2. uuff, ¿más diputados? no sé yo

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