A veces uno se ve arrastrado por grandes portadas de enormes titulares y apabullantes datos. Y es en ese arrastre donde uno pierde la esencia de aquello en lo que se ocupa.
Al final la vida se divide en dos momentos: o estamos consumiendo toda esa información o la estamos contestando. Y es en ese día a día voraz donde perdemos nuestra capacidad para generar algo nuevo, diferente y, a poder ser, útil.
Y al final, perdidos entre datos, crónicas y opiniones acabamos convertidos en procesadores de datos inhumanos.
¿cuando murió la creatividad?
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