– Hola, buenos días. ¿En qué puedo ayudarle?
– Estaba buscando un regalo, un regalo especial y un buen amigo me dijo que aquí seguro que encontraba algo.
– Su amigo está en lo cierto. Pase, pase y le enseño algunas cosas.
-Gracias.
– Mire, tengo por aquí una cosa que seguro que le gusta. Se trata de un bolígrafo positivo.
– ¿Positivo? ¿Como los imanes?
– No no… por favor… Positivo como los optimistas. Este bolígrafo le impide escribir cosas tristes. Es más, si usted escribe algo digamos, pesimista, él lo convierte en algo optimista.
– Mmmmm suena bien. Pero no sé si es lo que buscaba.
– Bien bien… déjeme que piense… Quizá esto le guste.
– ¿De qué se trata?
– Es un cuadro.
– ¿Un cuadro? ¿Qué tiene eso de especial? Cuadros hay miles.
– Sí, claro claro… pero este cambia.
– ¿Cambia?
– Sí. Cambia.
– ¿Y cómo cambia? ¿Por estaciones? ¿Por el día y la noche?
– Pues… en realidad no lo sabemos muy bien. Cambia. Simplemente. A veces es un paisaje idílico. Otras es un posado. Otras un bodegón. Otras veces es…
– ¿Qué es «otras veces»?
– Bueno, cosas menos agradables… paisajes de guerra, violaciones… pero ES SON SIEMPRE CUADROS MUY BUENOS!!
– Ya ya… pero no me apetece no saber qué me voy a encontrar en el salón. ¿Tiene algo más… tranquilo?
– Vamos a ver… ¿qué le parece este pez?
– ¡¿Un pez?!
– No es «un pez». Es «este pez».
– ¿Y qué tiene de especial «este pez»?
– En primer lugar, como verá, no está en una pecera, sino en una jaula para pájaros.
– ¿Perdón?
– Sí, tal y como lo ve. La jaula no tiene cristal.
– Pero el agua…
– Ya le dije que aquí tenemos cosas especiales.
– Vaya…
– Pero hay más. Este pez era de mi tatarabuelo.
– Pero eso… ¿cuántos años tiene?
– Al menos 120.
– ¡¡Eso es imposible!!
– Seguramente sí. Pero ¿sabe lo más sorprendente de todo? Nunca le damos de comer.