Ayer decía @spiritugonzalez (uno de esos compañeros que uno conoce por twitter y que tiene la sensación de ser uno más de su club, aunque nunca os hayáis visto en persona) que la preparación del maratón le estaba cambiando el carácter. Es normal.
Quedan ya menos de dos meses. En mi caso hace ya más de 4 meses que me inscribí en esta prueba. Y, aunque he corrido varias carreras (las San Silvestres mostoleña y vallekana y varias medias maratones) y el plan específico sólo va a durar 12 semanas (estamos en la quinta) el objetivo desde entonces estaba claro: estar a tope para el 22 de abril. Es mucho tiempo.
Los entrenamientos cada vez son más duros, y cada vez son más largos. Poco a poco el cansancio se va acumulando y uno entra en una fase en la que se siente en tierra de nadie. Más o menos en la que estamos ahora. Llevamos ya muchas semanas entrenando mucho (cada uno en su nivel, pero siempre mucho). Muchos de esos kilómetros han tocado en pista (se hacen eternos!!) para no perder velocidad. Otros han tocado hacerlos solos, para ir aumentando el fondo. Las piernas pesan y por la mañana cuesta que empiecen a hacer caso. Sinceramente, hay mañana que creo que no puedo llegar ni al baño… aunque luego acabe haciendo 10 kilómetros. Y lo peor es que todavía quedan las tiradas más largas. Los días donde sufriremos más.
Cuando empecé con esto, me dijo @sifon que «un maratón empieza el día uno del plan, y no en la línea de salida». En su momento entendí a qué se refería. Ahora, a pesar de no haberme puesto aún el dorsal, lo sé. Hay que engañar a la mente muchos días, muchas horas. Pensar «venga, unos kilómetros más». Concienciarse de que todo el sufrimiento que tengamos ahora será placer el día de la carrera. Imaginarse una y otra vez la meta. Entrar en la meta. Esa sensación…
Y queda la familia, claro. Uno sabe que no es profesional, que tiene que trabajar, que no puede (ni debe) quitar tiempo para su ocio, su pareja, sus amigos… pero al final lo acabas haciendo. Y no es agradable. Uno sabe que está quitando a los demás algo que no debería. Se es egoísta. Dice Kilian Jornet en su manifiesto que Soy egoísta, y? El deporte es egoísta porque se tiene que ser egoísta para saber poder luchar y sufrir, para amar la soledad y el infierno. Para amar sufrir. … parar, toser, frío, no sentir las piernas, tener nauseas, vómitos, dolor de cabeza, golpes, sangre… ¿existe algo mejor?.
No sé si existe algo mejor o no. No sé si somos egoístas o no. No sé si estamos locos o somos los únicos cuerdos. Pero sé que tomamos una decisión: acabar un maratón. Y lo vamos a hacer.
Con la mala fama que tiene el masoquismo… ánimo, hombre!
y lo vamos a hacer!! de eso no te quepa ninguna duda!!
La parte complicada del maratón es superar el plan de entrenamiento que te permita llegar a la salida en condiciones.
Yo me lesioné en el primer intento, así que superar la preparación del segundo intento se convirtió en un un fin en sí mismo y no sólo un medio para llegar el maratón.
Ahora es cuando hay que apretar los dientes, una vez en carrera vas a disfrutar cada kilómetro por muy duro que sea.