Se acaba para mí una etapa de mi vida que me ha marcado para siempre. Más de 5 años y medio trabajando en una pyme en la que he tenido la oportunidad de tocar muchos aspectos: imagen, RRHH, proveedores, clientes…
Durante este tiempo he trabajado en mejorar y crear marcas, con su guía de estilo, su papelería, su packaging… también me ha tocado entrevistar, contratar y despedir a mucha gente. He hablado y negociado con proveedores. He exigido y he cumplido cuando han sido los clientes los que nos han exigido a nosotros. Pero, por encima de todo, he aprendido. Algo que me llevaré siempre y que vale más que un máster.
Aquí van algunas reflexiones. Más para que no se me olviden que para enseñar a nadie.
- Tienes que hacer de todo. Y hacer de todo es literal. No vale fiarte del carguito que pone en tu tarjeta. Si hay que descargar un camión se hace. Si hay que ir a una feria se va. Si hay que ponerse el mono de faena, se pone. Si hay que empaparse de legislación, te empapas.
- Crecer es bueno. Justamente para evitar, en parte, el paso anterior. Crecer te permite especializarte (o, al menos, parcelar mejor las funciones), te permite dar un mejor servicio, una mejor atención a tus clientes. Porque por mucho que uno se esfuerce, las horas del día son las que son y, para todos, tienen un límite. Pero es que es más, crecer no sólo es bueno, crecer es imprescindible. Una empresa que no crece está condenada a acabar reduciéndose antes o después. El mercado es cada vez más competitivo y sólo creciendo uno es capaz de serlo también.
- Delegar sí, alejarte no. Un negocio requiere líderes, no jefes. No hace falta pegar ni un grito, nunca, a nadie. Es tan simple como trabajoso: estar ahí, siempre. Abrir tu negocio, cerrarlo, estar pendiente, preocupándote. Tampoco es necesario, si tienes trabajadores a doble turno, trabajar a doble turno. Pero en una pyme, donde todo el mundo se conoce, los trabajadores valoran que estés ahí, que seas el primero que ven implicado en la empresa. Si no, ¿cómo les vas a exigir a ellos? Y sí, en una pyme al trabajador hay que conseguir implicarle más que en una multinacional. Y se puede.
Eso no quiere decir que no se delegue trabajo, claro que no. Porque volviendo a los puntos 1 y 2, aunque tienes que hacer de todo, tienes que aspirar a crecer y dejar de hacerlo todo. - Comunícate mucho y bien. Uno de los riesgos que corre una pyme es que como todo el mundo tiene la capacidad de verse (poca gente, espacio relativamente reducido… todo el mundo conoce a todo el mundo) al final acabas jugando al teléfono escacharrao. Deja claro las funciones y planifica las comunicaciones: quién dice qué, cómo y cuándo. Planifica reuniones y hazlas. Respeta ese momento de la semana (o quincenal o mensual…) de forma sagrada para asegurarte de que todo el mundo tiene claro todas las decisiones que se han tomado desde la última reunión.
- Cambia. Lo importante de tu negocio no es el motivo por el que lo montaste, sino que tu negocio siga vivo, siga atrayendo clientes, siga creciendo, siga facturando… para eso quizá tendrás que adaptarte a nuevos medios, a nuevos recursos, a nuevas exigencias de clientes… Si siempre haces lo mismo acabarás por no hacer nada…
- Pero respétate. Cambiar no significa dar tumbos. Tienes que tener claro cuál es tu púbico objetivo, qué es lo que haces mejor que la competencia (y ten claro que algo es, si no, no existirías…) y toma decisiones a partir de ahí.
- Datos datos y más datos. ¿Y cómo sabes quién es tu público? ¿cómo saber qué es en lo que destacas? Analiza. Analiza mucho. En algunas épocas durante estos años el 80% de mi trabajo ha sido buscar y analizar datos. Comprender dónde se ganaba dinero y dónde no. Y cuantificarlo. Aunque a veces pueda parecer un trabajo poco productivo, a la hora de enfrentarte a cualquier problema tienes la respuesta casi al momento: ya te has enfrentado a todos los escenarios.
Y sé valiente. Una empresa es una apuesta. Obviamente hay que apostar con cabeza, pero nadie tiene certezas absolutas. Eso sí, en este caso está claro que si no apuestas, fijo que te echan del juego.
Querido amigo, pues sinceramente las sensaciones después de haber estado cuatro años trabajando en una fábrica de una multinacional del papel y el cartón en mi ciudad vienen a ser bastante equivalentes. Sobre todo en los puntos 1, 2 y 4. He cogido aire varias veces para contarte un poco de mí también.
Empiezo haciendo un poco de vista panorámica. Desgraciadamente la actitud empresarial en Andalucía sigue siendo cortijera y anclada en valores y costumbres del pasado. Todo esto se magnifica (podría parecer que no) al pertenecer a una multinacional.
Una multinacional solo ve los números y tú en esa empresa es lo que vas a ser: un número.
Cuando tu jefe vea que eres un estorbo va a intentar deshacerte de ti de la manera que le resulte más sencilla y económica para que no afecte a los números de su empresa. Y luego encima es muy probable que reciba una palmadita en su espalda y un bonus por echar a dos o tres como tú. Y por ser un ídolo jugando a reducir gastos laborales a fuerza de tener la fábrica llena de gente de ETT que no cobran antigüedad, pluses… en fin.
Te resumo a modo de «diálogo» mi idílica vida en mi ex empresa.
P: Trabajo y rindo cantidad.
E: Bien, para eso se te paga.
P: No me parece bien que no se cumplan los horarios, si el trabajo sale con dificultad deberíamos tener más recursos humanos en el departamento.
E: ¿No quieres quedarte media hora más todos los días? Qué feo está eso, tus compañeros lo hacen. Bueno, en verano os pondremos a un par de becarios.
P: Creo que lo he hecho muy bien en este proyecto y esta auditoría la habéis sacado en gran parte gracias a nosotros.
E: Bueno, te damos una palmadita en la espalda pero no te duermas.
P: Qué pedazo de aplicación os he hecho para gestionar la formación… Por cierto, ¿cuándo me toca a mí eso de la formación?
E: Sí, hombre, para que luego te vayas a la competencia… (como si en mi vida estuviese marcado a fuego que iba a pertenecer siempre al mismo área de negocio…)
P: Creo que se están vulnerando mis derechos. ¿Pasa algo si formo parte del comité de empresa?
E: Tú verás, pero si a nosotros no se nos da bien respetar los derechos de los trabajadores, no esperes que respetemos su derecho a organizarse y velar por su futuro. Esto está fuera de toda democracia, ¿sabes?
P: Me voy de la empresa (bueno, no me renováis). ¿Me hacéis una carta de recomendación?
E: Sí vamos, tú estás chalao… xD Como si cumplir y tapar los errores de tus jefes en auditorías y temas diversos fuese suficiente para que te hagamos una carta de recomendación. Eso sí, próximamente vendrá un chaval que es sobrino de uno de nuestros mejores clientes y en un tiempo prudencial (para que no se note demasiado, guiño guiño) y después de un tiempo como becario lo meteremos directamente en nuestras oficinas centrales.
Y eso es todo. Espero que al menos en tu caso no haya sido traumático. Por suerte pude cambiar radicalmente y encontré un trabajo genial en una empresa que tiene un talante biennnnnnnn distinto, aquí por #MadriZ.
Tú lo has dicho, cambiar es bueno. Lo mejor está por llegar, o al menos así me despierto todas las mañanas 🙂
¡Un abrazo!
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