#retoecija nº25

Lo peor de mi trabajo es tener que pasar casi una hora en un autobús para llegar y otra hora al volver a casa. Lo bueno de esto es que tengo bastante tiempo para leer, escuchar música o adelantar algo de trabajo. Como voy de principio a fin de la linea, siempre puedo sentarme, lo que me permite también echar algún sueñecito.

Pero hay veces que no tiene el cuerpo ni para dormir, ni para leer ni para nada. Son esos viajes los que aprovecho para observar a la gente e inventarme sus vidas. Como aquel señor trajeado que se bajaba en una de las primeras paradas y yo siempre pensé que en realidad estaba en el paro pero salía como cada día para que su mujer no sospechase. Luego se paraba en un bar cercano y pasaba allí la mañana insultando al gobierno.

O como aquellas dos mujeres a las que imaginaba abducidas por unos extraterrestres pues todos los días, todos, repetían la misma conversación, aportando los mismos datos y sorprendiéndose ¡oh! con las mismas cosas. O eso, o era robots. Pero no creo que a nadie se le ocurriese hacer un robot con arrugas.

#25

Pero a la que mas historias había creado era a una niña de unos 19 o 20 años con pecas. Mi mente la había imaginado como una chica universitaria enamorada del típico gilipollas de clase. O como una mujer de un pasado oculto que tuvo un niño con 16 años y que ahora se queda con la abuela mientras ella se dirige a un trabajo cualquiera. He imaginado también que era una actriz, no muy buena todavía, que iba de casting en casting buscando su oportunidad. Pero lo que más veces he imaginado es que un día se sentaba a mi lado y me hablaba, me contaba su vida, cómo se habia fijado en mi y que quería tomarse un cafe conmigo, para conocerme más.

Sin embargo, cuando despierto de mis pensamientos, solo escucho, de nuevo, las mismas quejas de siempre de esas dos señoras. Son robots. Seguro.

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