Que vivimos tiempos raros, oscuramente raros, es algo que creo que tenemos todos asumido. Y da igual si el análisis es vago y de tertulia de ver comentando como la próxima votante del PP, Belén Esteban, habla sobre la reforma de la Ley del Menor. Y da igual si hablamos sobre la demanda de Cristiano Ronaldo a Sálvame. Y da igual si el análisis es un pelín más exhaustivo y son los tertulianos televisivos los que comentan el proceso iniciado contra Garzón. O da igual ver a Dolores de Cospedal hablando de pruebas que se inventa la policía. Da igual.
Vivimos tiempos raros y oscuros donde cada uno puede decir lo que quiera. Bajo el paraguas de la libertad de expresión y en nombre de ella aquí cada uno puede decir lo que le de la gana. Da igual que sea verdad. Da igual que todos los presentes sepan que algo que se dice es mentira. Y da igual que, meses después, un juez reconozca que todo aquello era una falacia.
Y yo, pequeño e insignificante, me rebelo. Me rebelo ante la impunidad de poder decir lo que se quiera. Me rebelo ante aquellos que mienten a sabiendas que mienten. Me rebelo ante aquellos que acusan sin pruebas. Me rebelo ante todos aquellos que se quedan inmóviles. Me rebelo ante aquellos que escuchan mentiras y no enrojecen. Me rebelo ante todos y cada uno de nosotros. Me rebelo ante esta falsa Libertad de Expresión, que no es más que una muestra de injusto poder mediático.
es tiempo de nubesnegras
Corren malos tiempos. La libertad de expresión no es discutible, la responsabilidad con la que se usa sí. Una pena que esa virtud les suene a hueco a muchos…